Descripción.
En una superficie plana como es el lienzo, se condensan y superponen conceptos como luz y oscuridad, simbolizados por el amarillo y por el negro. Cielo y mar expresados mediante el mismo azul. Estructuras mediante pinceladas representan casas y torres. La composición tiene un horizonte delimitando un abajo, mediante el gris y el negro y un arriba, mediante amarillo, azules y verde.
La pintura formalmente está ejecutada de manera expresionista, dejando que la marca del pincel o la brocha sea bien visible, se podría decir, usando un símil futbolístico, que está realizada al primer toque. La improvisación y el azar son el motor.
¿Cuando la comencé pensaba en todo eso que he ido diciendo? No. Cuando pinto, dejo que una mancha me sugiera la siguiente, con paréntesis para pensar, igual que cuando llegas a un cruce de caminos y piensas por cuál continuar. La elección de los colores forman parte de la paleta particular y del momento.
Es a posteriori cuando la vista encuentra esos elementos que he descrito, pero también se recrea con la materia, en esas pinceladas más densas junto a otras más ligeras, formando matices diferentes con el mismo color. Me fijo en las pequeñas zonas que han quedado sin pintar, por donde respira el lienzo, me fijo en la improvisación de las pinceladas verde, formando garabatos pero a la vez construcciones. Podríamos entretenernos si el tono de las pinceladas rojas son complementarias con las verdes, o el amarillo lo es con el azul. Llegando a este punto más vale definir la pintura, como un territorio con múltiples posibilidades. El espectador irá añadiendo otras.
Al darla por terminada días después de que estuviera reposando, me recordó pinturas de José Guerrero pintor nacido en Granada y cuyo Centro visité en la ciudad, en noviembre de 2019.