Concibo los cuadros como una totalidad en la que de un simple vistazo se perciba la obra, pero hay otra manera de verlos y es recorrerlos con la mirada, de cerca. Cómo si se tratara de una cartografía, se pueden ver los límites, los colores, las transparencia, la materia, la opacidad, el gesto, la pincelada, las marcas, es decir el detalle. En las páginas web de muchos museos, se puede acceder a algunas obras digitalizadas, que aplican sucesivas capas, para observar los cuadros con un detalle asombroso. Tanto que se pueden ver algún pelo de la brocha que el artista utilizó, alguna huella que quizás sin querer quedó ahí cuando la pintura estaba tierna, o el craquelado de la materia pictórica. Así una obra en la que empleamos unos segundos para echarle un vistazo, es la sumas de detalles que son obras en sí.
Esta entrada del blog quiero dedicarla a esos detalles que en sí son obras y que forman parte de otra mayor.
Las pinturas que muestro las realicé en mi taller de Barcelona, con acrílico sobre lienzo y en algún caso utilicé materia para conseguir textura.