Cuando un artista sale a la naturaleza y planta el caballete para pintar, lo que observa lo traduce en una imitación de colores y formas, que traslada al lienzo. Lo que pinto en el taller sale de dentro, de la memoria, de la intuición, del momento presente. Las formas, los colores, el gesto se trasladan al soporte. Hay momentos de mirarlos, de pensarlos para ver si están en consonancia con ese cuadro interior. El proceso sigue, añadiendo, quitando o superponiendo, hasta que esa imagen coincida con la de esos mundos invisibles de la mente. Este método es el que práctico, una exploración interna donde no hay proyecto previo, éste surge en la medida que pintó, en la medida que los colores y las formas me señalan el camino.
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